La pizarra es un tipo de piedra natural que se ha utilizado siempre en la construcción. Principalmente, para cubrir los tejados. Hoy son un recurso muy apreciado en el diseño de paisajes y jardines.
Este verano, un amigo me invitó a hacerle una visita en una urbanización en Blanes, Girona, en el comienzo de la Costa Brava. Yo pensaba que iba a ir a un apartamento cercano a la playa. Cuál fue mi sorpresa que el sitio al que me invitó era una especie de adosado en una urbanización situada en la falda de la montaña.
Rodeando las viviendas, se había construido un bonito jardín que emulaba un bosque mediterráneo. El camino que atravesaba el jardín estaba señalado por planchas rectangulares de pizarra que dibujaba un infinito paso de cebra, con rayas negras.
En buena parte del camino. El trazado estaba delimitado por trozos de pizarra clavados en el suelo, formando dos líneas continuas, cada una a un lado del camino. Las planchas de pizarra estaban más cercanas, unas de otras, cuando te acercabas a la piscina comunitaria. Situada en una especia de plazuela, franqueada por chalets adosados en los cuatro costados. Dejando, como no, un espacio accesible en las esquinas. En esa parte, la pizarra se entremezclaba con el césped. Ofreciendo un contraste visual bastante atractivo.
En el extremo de la piscina, en la parte honda, a unos 20 o 30 metros de distancia, estaba una caseta de obra que se esperaba que algún día funcionara como chiringuito. A los lados, parasoles fijos, y tumbonas de tela. Una vez más, las planchas de pizarra señalaban el camino.
La vegetación del jardín estaba bastante cuidada; pero si hubo algo que me llamo la atención fue el protagonismo de la pizarra en la configuración del espacio. Un recurso que se ha vuelto habitual en el paisajismo y en el diseño de exteriores.
Los usos de las pizarras en los jardines.
Para conocer el impacto del uso de la terraza como material para exteriores hemos querido hablar con los gerentes de Pizarras y Derivados S.L., una empresa familiar de Ponferrada (León) que lleva más de 100 años ligada a la distribución de pizarra como material de construcción. En la actualidad se dedican a seleccionar la mejor pizarra de yacimientos españoles para ofrecérsela a sus clientes.
Como expertos en el tema me confirman que evidentemente la pizarra es un material básico en el diseño de exteriores. Más aún, como sospechaba, se ha vuelto en tendencia. Su gran versatilidad permite una gran variedad de usos.
Además de utilizar planchas para señalizar el camino, como hicieron en la urbanización de Blanes, a la que me he referido al principio, la pizarra se puede desmenuzar en pequeñas piezas, formando una especie de gravilla con la que cubrir diferentes espacios, sean de paso o decorativos.
Con planchas cuadradas de pizarra se construyen suelos exteriores donde se puede colocar un merendero o una zona chillo out.
En algunos jardines, las planchas rectangulares se colocan en vertical, clavándolas en el suelo, conformando un atractivo vallado que limita el jardín o que separa espacios.
También se pueden utilizar como cobertura de una pared exterior configurando un punto focal, lo que en diseño se conoce como una pared de acento.
En algunos jardines, la pizarra se emplea para cubrir el borde de la piscina, creando una superficie segura y antideslizante, por donde se puede salir del agua y caminar descalzo sin miedo a resbalarse.
Por su color negro, a veces con destellos azules, verdes o grises, la pizarra es un material con un gran potencial estético que nos ofrece diferentes opciones para trabajar con ella en exteriores.
Características de la pizarra para su uso en exteriores.
Desde luego, si la pizarra se emplea tanto en la construcción de jardines es porque tiene unas características idóneas para usarla en exteriores. Estas son las más destacadas:
- Resistencia a la intemperie. La pizarra soporta bien la exposición al sol, a la lluvia, al viento e incluso a la nieve, sin perder sus propiedades ni deteriorarse.
- Baja absorción de agua Es un material poco poroso, lo que lo hace resistente a las heladas y evita problemas de filtraciones o roturas por congelación.
- Gran durabilidad. Esta roca puede conservar su aspecto durante décadas, incluso en espacios con mucho uso.
- Estética natural y elegante. Su textura y tonalidades (gris, negra, verdosa, azulada) encajan perfectamente con ambientes naturales, aportando un toque sofisticado sin romper la estética de entorno.
- Es un material antideslizante. Su superficie rugosa desplaza el agua, reduciendo el riesgo de resbalones. Es ideal para senderos, zonas de piscina y terrazas.
- Diferentes formatos La pizarra puede emplearse en losas, lajas irregulares, grava decorativa, muros, bordillos hasta como revestimiento vertical.
- Fácil mantenimiento. No requiere tratamientos complejos, basta con una limpieza ocasional para conservar su apariencia.
- Resistencia química. Tolera bien el contacto con fertilizantes, productos de limpieza y humedad constante, sin sufrir ninguna alteración.
- Es un material sostenible La pizarra es una roca que se da en la naturaleza, extraída sin procesos químicos contaminantes. Puede reutilizarse y reciclarse sin problemas.
- Es un aislante térmico natural. La pizarra ayuda a mantener la temperatura del suelo más estable. Utilizándolo en zonas ajardinadas protege las raíces de las plantas conservando una temperatura del suelo más estable.
Como vemos, se trata de un material perfecto para trabajar con él en exteriores y, cómo no, para usarlo en la construcción de jardines.
La pizarra en el paisajismo.
La revista Focus Piedra nos cuenta como el paisajista extremeño Ángel Méndez utiliza monolitos de pizarra natural para rematar muchos de sus proyectos. Se trata de una especie de menhires, ligeramente esculpidos, que los clava en la tierra en mitad de caminos de grava o en zonas ajardinadas, potenciando la expresividad del conjunto.
Ángel dice que a diferencia de la vegetación, la pizarra tiene un carácter inmutable y un sentido escultórico que representa la parte mineral de la naturaleza.
Rocas y plantas son dos elementos que ya se dan juntos en la naturaleza. El hombre tiene la capacidad de moldearlos y ordenarlos, dándole una intencionalidad al conjunto, en lugar de que la naturaleza lo esculpa con el libre albedrío.
Después de todo, cuando un paisajista diseña un espacio, pretende emular a la naturaleza, transmitiéndonos la paz que nos reportan los espacios naturales, a la vez que esa belleza salvaje que nos conmueve.
Ángel Méndez ha utilizado este recurso en proyectos como el exterior del Hospital Río Ortega de Valladolid con un resultado más que apreciable.
Los paisajistas destacan la pizarra, además de por su belleza natural, que se integra armoniosamente con el entorno, combinando con plantas, madera y con otros tipos de roca; por su carácter inmutable. Es una piedra que conserva su apariencia original por mucho que pasen los años. Soportando las inclemencias meteorológicas, los cambios radicales de temperatura y la erosión producida por el viento, la lluvia y el sol.
No hay que olvidar nunca su efecto estético. Su punto disruptivo. Ese color negro intenso que rompe la monotonía del paisaje sin resultar ofensivo a la vista. Que se integra en diferentes estilos de diseño paisajístico, dese los más clásicos a los más vanguardistas, sin alterar en lo sustancial la esencia del diseño.
Paisajes de pizarra.
El hombre lleva utilizando la pizarra en la construcción desde tiempos inmemoriales. Sobre todo en la arquitectura tradicional y en el entorno rural. En viviendas que se integran en el entorno natural que lo rodea formando parte del paisaje. Aportándole una singularidad y una personalidad propia.
La revista National Geographic nos pone el ejemplo de los pueblos negros de Guadalajara. Un conjunto de aldeas situadas en la sierra norte guadalajareña que linda con las provincias de Madrid y Segovia y donde nace el río Jarama.
Se trata de Cogolludo, Campillejo, Campillo de Ranas, Umbralejo, La Vereda, Najaelrallo, Matallana, Valverde de los Arroyos y Roblelacasa. Están a poco más de una hora en coche desde Madrid y hay dos rutas para recorrerlos. Una que comienza en Cogolludo, donde se encuentra el Palacio de los Duques de Medinaceli; y otra que empieza en Tamajón, donde se halla el Monasterio de Santa Mª de Bonaval, un monasterio cisterciense del siglo XII. Aunque Tamajón no se le considera un pueblo negro, está a poca distancia de Campillo de Ranas.
Pasear por los pueblos negros de Guadalajara es como retroceder al pasado. Como visitar lugares por donde no pasa el tiempo. En la arquitectura tradicional de la zona, toda la fachada de la casa estaba formada por losas de pizarra, colocadas una encima de otra sin argamasa. Los tejados están cubiertos de tejas de pizarra y en algunas calles, el suelo son baldosas de este material.
El uso, tal vez abusivo, de la pizarra en la zona se debe a la abundancia de esta roca en esta sierra castellana. Aparte de su aspecto pintoresco, los pueblos negros se mimetizan con el paisaje, en una serranía donde predominan los tonos pardos y oscuros.
Visto en perspectiva, el protagonismo que ha alcanzado la pizarra en jardines y paisajes artificiales, representa un guiño a la naturaleza.