Cuando llega el momento (esperemos que muy tarde), tener las cosas claras evita muchos líos. Los líos entre familiares por culpa de un testamento o de no haber hecho uno son un clásico, más común que los memes de gatos.
Por eso, es mejor que lo tengamos claro desde el principio
Qué es realmente un testamento (y por qué deberías tener uno)
Como nos explican desde Trámites Fáciles Santander, despacho de abogados en Santander multidisciplinar, un testamento es un acto legal mediante el cual una persona dispone de sus bienes para después de su fallecimiento, siguiendo ciertas formalidades establecidas por la ley.
O sea, que es un documento en el que una persona deja por escrito qué quiere que pase con sus bienes, propiedades o derechos cuando ya no esté. No vale cualquier papelito ni un audio de WhatsApp diciendo “quiero que mi coche sea para mi primo”. Tiene que cumplir unos pasos y formatos concretos.
Tipos de testamento
Testamento abierto
La persona que lo hace (el testador) lo dicta o lo entrega ante un notario, y este sabe lo que contiene.
Vas al notario, le dices lo que quieres dejarle a cada persona, él redacta el documento con las formalidades que marca la ley y luego lo firmas. El notario lo guarda en su archivo, y también se comunica al Registro General de Actos de Última Voluntad que existe en España. Eso significa que, cuando fallezcas, tus herederos podrán pedir una copia oficial y saber qué hiciste.
El testamento abierto tiene muchas ventajas:
- Te aseguras de que todo esté bien redactado y legal.
- No hay riesgo de que se pierda o se destruya, porque el notario lo guarda.
- Se puede modificar en cualquier momento.
Este tipo de testamento se usa en la gran mayoría de los casos porque es el más claro y seguro. Además, si alguna cláusula está mal explicada o puede generar dudas, el notario te avisa y lo corrige al momento.
Testamento cerrado
El testador lo escribe (o alguien lo hace por él bajo su indicación), lo firma, lo mete en un sobre, y se presenta ante notario para decirle que ahí dentro está su testamento. El notario no lo lee ni sabe lo que pone, simplemente certifica que esa persona ha entregado un documento sellado como su testamento.
El contenido se mantiene en secreto hasta que fallece el testador. Si el texto no cumple con los requisitos legales o tiene errores, nadie lo sabrá hasta que se abra. Y ahí ya no hay vuelta atrás.
Por eso, aunque suene más “privado”, no se usa tanto. Hoy en día, la gente prefiere el testamento abierto por la seguridad que ofrece. El cerrado se usa sobre todo cuando alguien quiere mantener su decisión totalmente en secreto, aunque ya te digo que es bastante raro.
Si optas por este tipo, lo más importante es guardarlo bien y dejar claro dónde está, para que no se pierda. Si se extravía, es como si no existiera.
Testamento ológrafo
Es el que una persona escribe de su puño y letra, sin notario ni testigos. Pero tiene que cumplir unos requisitos bastante concretos:
- Debe estar totalmente escrito y firmado por la persona que lo hace. Nada de ordenador ni dictado.
- Debe llevar la fecha completa: día, mes y año.
- Y tiene que dejar clara la voluntad de repartir los bienes.
Si falta alguno de esos datos o hay dudas sobre la letra o la firma, el testamento puede ser declarado inválido. Además, cuando la persona fallece, este documento tiene que llevarse a un juzgado para que lo validen oficialmente. Ese proceso puede tardar y no siempre acaba bien si alguien lo impugna.
Por eso, no es el más recomendable si se busca seguridad. Es útil si, por alguna razón, no puedes acudir a un notario, pero en general es mejor hacerlo ante un profesional.
Testamentos especiales
Solo se pueden hacer en circunstancias muy concretas. Son los menos habituales, pero la ley los contempla porque, bueno, nunca se sabe.
Por ejemplo:
- Testamento militar: lo pueden hacer los militares o personas que acompañan a un ejército en campaña. Puede hacerse ante un oficial, incluso sin notario, si la situación lo requiere.
- Testamento marítimo: para quienes se encuentran en el mar, ya sea en barcos de guerra o mercantes. Se hace ante el capitán o quien tenga autoridad a bordo.
- Testamento hecho en caso de epidemia: sí, esto existe. Durante una epidemia o situación grave, se puede permitir hacer testamento sin cumplir todos los requisitos habituales, si no hay acceso a un notario.
Estos testamentos son válidos solo en esas circunstancias y suelen tener una validez limitada si luego no se ratifican ante notario. Pero demuestran que la ley intenta cubrir cualquier situación.
La verdad, es muy poco probable que te toque hacer uno de estos, pero no está de más saber que existen. Nunca se sabe, y si ves una película antigua con un marinero escribiendo su última voluntad, ya sabrás que eso tiene su base legal.
Qué pasa si alguien muere sin testamento
Entra en juego lo que se llama sucesión intestada, que básicamente significa que la ley decide quién hereda.
En España, esto se hace siguiendo un orden muy claro:
- Los hijos y descendientes heredan primero.
- Si no hay hijos, heredan los padres o ascendientes.
- Si no hay ni hijos ni padres, hereda el cónyuge.
- Luego vienen los hermanos, sobrinos, y así sucesivamente.
El problema es que la ley reparte según ese orden, no según tus sentimientos. Si querías dejarle algo especial a alguien fuera de esa lista (una amiga, una pareja no casada, un sobrino favorito), no lo heredará. Solo lo puede hacer si hay testamento.
Por eso, dejarlo hecho te da la libertad de decidir quién se queda con tus cosas y quién no. Además, facilita mucho los trámites. Cuando no hay testamento, la familia tiene que hacer más papeleo, y eso significa tiempo, dinero y, a veces, discusiones que se podrían haber evitado.
Qué testamento conviene más (según tu situación)
Depende de cada persona, pero si tuviera que resumirlo, diría algo así:
- Si quieres algo seguro, legal y sin complicaciones, haz un testamento abierto ante notario.
- Si eres muy reservado y quieres mantenerlo todo en secreto hasta el final, puedes hacer un cerrado, aunque con más riesgos.
- Si estás en una situación urgente o no puedes acceder a un notario, un ológrafo te saca del apuro.
- Y si estás en el mar, en el ejército o en un caso raro… bueno, los testamentos especiales están ahí para eso.
Lo importante es tener algún testamento. Porque, aunque da pereza pensarlo, hacerlo evita un montón de problemas a quienes se quedan. Y además, te da la tranquilidad de saber que tus decisiones se cumplirán.
Dejarlo claro es un acto de responsabilidad
Hacer un testamento es organizar tus cosas. De hecho, hay algo casi liberador en saber que, si mañana te pasa algo, todo está claro. Nadie tendrá que pelearse por tu casa, tu coche o incluso tu perro una vez que fallezcas.
No hace falta ser rico para hacer testamento. Da igual si tienes un piso o un coche viejo, todo lo que sea tuyo cuenta. Es tu forma de decidir qué quieres que pase con lo que has construido.
Yo lo veo como dejar las llaves bien puestas antes de salir de casa. No cuesta nada y te deja tranquilo. Además, hacerlo te da paz mental, porque sabes que tus decisiones se respetarán. Es un gesto sencillo, responsable y maduro, que demuestra cariño hacia quienes te importan y te recordarán.
Pensarlo a tiempo
La gente suele dejar estas cosas “para más adelante”, pero ese más adelante nunca llega. Y cuando llega, ya no se puede hacer nada.
Así que, si tienes un rato, infórmate, pregunta, y si puedes, hazlo con un notario o con profesionales que te orienten. No hace falta que sea un proceso largo ni caro. Lo importante es hacerlo bien y cumplir con las formalidades legales para que luego no haya líos.
Al final, el testamento no es un papel sobre la muerte. Es un papel sobre la vida que uno ha construido. Es tu forma de decir “esto es mío, y quiero que se reparta así”. Ni más ni menos.
Además, hacerlo a tiempo evita nervios innecesarios y discusiones futuras. No es cuestión de edad, sino de sentido común: cuanto antes lo tengas hecho, más tranquilidad tendrás tú y quienes te rodean.
Una última idea para pensar
Hablar de testamentos puede parecer raro o incómodo, pero cuando lo piensas bien, es una de las decisiones más personales que existen. No es solo sobre dinero o propiedades, es sobre dejar las cosas claras, cuidar a los tuyos y evitar que se peleen por cosas materiales cuando tú ya no puedas decir nada.
Así que, si alguna vez te da por pensar “ya lo haré más adelante”, acuérdate de que no cuesta nada adelantarse un poco. Hacer un testamento es, en realidad, un gesto de cariño hacia los demás.
Y, si lo haces con una sonrisa y sin dramatismos, hasta resulta más fácil de lo que creías.